La mayor sabiduría es elevar a Dios y contemplarlo

Lingxin    Ciudad de Shijiazhuang, provincia de Hebei
Hace unos cuantos días, leí un pasaje de ‘El camino para entrar a la realidad’ en “Sermones y comunión acerca de la entrada a la vida Volumen IV”: “Por ejemplo, ahora hay alguien que ha dado un giro equivocado.


Usando esto como un tema de conversación para comunicar la verdad, ¿cómo lo harías?… En primer lugar, debes dar testimonio de la obra de Dios, dar testimonio de cómo Dios salva a la humanidad. Luego, le puedes decir si el camino en el que él está conduce a la salvación de Dios, si puede obtener la obra del Espíritu Santo, y si este es un camino que Dios aprueba. Así, primero das testimonio de la obra de Dios y después das testimonio del camino por el que Dios nos está guiando, es decir, el camino a la salvación. Deja que vea el amor de Dios y Su salvación, y sólo entonces puede ir por el camino correcto. Para resolver este problema, ¿está bien que no testifiques ni eleves a Dios? Si sólo hablas de qué camino conduce a la salvación y qué camino no conduce a la salvación, pero no das testimonio de la obra de Dios, todavía sólo estás hablando acerca de doctrinas. Sin embargo, si primero das testimonio de la obra de Dios, después hablas de estos dos caminos, entonces ya no estás hablando acerca de doctrinas”. Cuando leí estas palabras, estaba perpleja en el interior. En mi corazón pensé: Ambos caminos hablan acerca de cómo una persona debe practicar la verdad. ¿Por qué es que el que no plantea la obra de Dios está hablando acerca de doctrinas, pero el que sí habla acerca de la obra de Dios y después plantea estas cosas no está hablando acerca de doctrinas? Cuando estaba contemplando esto, pensé de la historia de la Biblia de David derrotando al gigante filisteo, Goliat. En ese momento, David primero elevó a Jehová, después arrojó la piedra y finalmente derrotó a Goliat. Si David no hubiera elevado a Jehová en ese momento, y sólo hubiera seguido adelante y directamente hubiera arrojado la piedra, ¿hubiera sido capaz de derrotar a Goliat? Ciertamente no. Esto es porque la única razón por la que David pudo derrotar a Goliat fue completamente porque él creyó en Jehová, dependió de Jehová y porque Jehová lo ayudó. Si él no elevaba a Jehová, no podría obtener la ayuda de Jehová. Independientemente de sus grandes habilidades para lanzar la piedra, no hubiera podido derrotar a Goliat. Cuando pienso en esto, de repente se aclara en mi corazón. La razón por la que Dios les pide a las personas que lo eleven y lo contemplen no es para pedirles a las personas que observen reglas o rituales, sino más bien para que tengan un lugar para Dios en sus corazones, para que honren a Dios como lo más grandioso en sus corazones. Si una persona genuinamente permite que Dios sea elevado y lo contempla, esto muestra que tiene un lugar para Dios y puede honrar a Dios como lo más grande en su corazón. De esta manera, cuando las personas van delante del rostro de Dios pueden recibir Su gozo y bendiciones, y el Espíritu Santo obrará dentro de ellas. Todo el trabajo que hagan no se basará en su propio hacer, sino en la guía de Dios de su trabajo. Y el efecto naturalmente será bueno. Si una persona no eleva a Dios ni lo contempla, esto demuestra que su corazón no tiene lugar para Dios y que todo lo que hace es en virtud de su propio trabajo. Tal persona es detestable para Dios y seguramente no recibirá Sus bendiciones ni obtendrá la obra del Espíritu Santo. Así, su trabajo no será efectivo. En este punto, no puedo evitar maravillarme: ¿La continua inefectividad de mi propia práctica de la verdad está relacionada con el hecho de que no elevo a Dios ni lo contemplo en todo lo que hago? Mirando al pasado a través de los años, vi que mis oraciones delante de Dios y mi propia manera de practicar la verdad estaban completamente desarticuladas. Al practicar la verdad, rara vez confiaba en Dios y lo contemplaba. Al confiar en mi propia fuerza para practicar la verdad, no podía recibir la ayuda del Espíritu Santo. Esta es la razón por la que las cosas siempre se sentían particularmente difíciles, extenuantes y no podía ver resultados distintos.
Desde entonces, he comenzado a hacer una práctica de elevar a Dios y contemplarlo a Él en cada asunto en la vida real. Cada mañana cuando oro, me pongo completamente en las manos de Dios, permitiéndole a Dios tener todo el control sobre mi vida ese día. Acerca de la importante cuestión de mi propia salvación, me comprometeré plenamente a la oración y contemplaré a Dios. Yo no sé qué me hace falta o qué necesito. Sin embargo, todo es muy claro para Dios. Él me entiende mejor. Dios sabe mejor qué ambiente necesito en mi búsqueda de la salvación, qué tengo que experimentar, en qué tengo que entrar. Así que, me entrego completamente en las manos de Dios, le permito a Dios “esculpirme” y controlarme. Sólo quiero ser una persona que es obediente a Dios y seguir la guía de Dios en el camino a la salvación. Además, en cada asunto de la vida real, primero contemplaré a Dios, le permitiré a Dios ir delante de mí para guiarme e iré detrás de Él, siguiendo la voluntad de Dios en todas mis palabras y obras. Después de algún tiempo, me di cuenta de que no experimentaba cada día como mi antiguo yo atolondrada. Ahora cuando enfrento algo, sé qué aspecto de la verdad debo practicar, en qué aspecto de la realidad debo entrar, y cuál es la voluntad de Dios. Todo esto es mucho más claro que antes. Sin saberlo, puedo practicar fácilmente algunas verdades. Por ejemplo: En el aspecto de calmar mi corazón ante Dios, aunque antes también quería quedarme quieta cuando iba delante de Dios, siempre sentía que mi corazón no estaba bajo mi propio control y cosas sin importancia me ocupaban inconscientemente. A veces hasta cuando estaba editando artículos, mi mente vagaba y no podía controlarla. Hoy, no tengo que esforzarme mucho para controlarme. Sin siquiera saberlo, las veces en que mi corazón está ocupado por cosas externas se han vuelto menos. Aunque mi mente todavía vaga ocasionalmente, de inmediato me puedo dar cuenta de ello y me es fácil traer de regreso mi mente. En el aspecto de conocerme a mí misma, previamente también quería hacer algún progreso cada día, conociéndome un poco más. Sin embargo, siempre fracasé en captar mis pensamientos internos. Siempre olvidé captar ellos con el fin de conocerme. A menudo en la noche pensaría, “¿Cómo he fracasado otra vez hoy en conocerme?” Continuamente pasaba cada día así en vano. Ahora, siempre que ciertos pensamientos aparecen en mi mente, me es bastante fácil captar ellos. Después de percatarme de estos pensamientos, oraré a Dios para conocerme mejor y en mi corazón me soy particularmente odiosa y tengo la fuerza para negar mi carne. Cuando enfrento ciertos ambientes, también sé que Dios usa este ambiente para revelar el aspecto en que soy corrupta o deficiente. Entonces, me equiparé con la verdad en este aspecto. En relación con el aspecto de cumplir el deber en vez de sólo hacer el mínimo, en el pasado cuando sin querer revelaba mi tendencia hacia hacer sólo lo suficiente para pasar desapercibida, a veces yo misma no era consciente. A veces era consciente, pero simplemente no me enfocaba en resolverlo. Ahora, cuando tengo esta tendencia en mi corazón, tengo conciencia en mi corazón. Entonces, por medio de la oración puedo invertir esta condición dentro de mí. Soy profundamente consciente de que todo esto es el resultado de que Dios me guía y me esclarece. Sólo logro esto por medio de la fuerza que me da el Espíritu Santo. ¡Toda la gloria vaya a Dios!
Después de estas comprensiones, entendí que la razón por la que sentía que era difícil practicar la verdad en el pasado era porque confiaba completamente en mí misma para practicar la verdad, confiaba en mí para ir andando por el camino a la salvación. No tenía ningún lugar para Dios en mi corazón, en mis experiencias no practicaba la palabra de Dios ni recibía la obra del Espíritu Santo. Justo como Dios ha dicho: “Solía ocurrir que nadie conocía al Espíritu Santo y que, de manera particular, no sabían lo que es la senda del Espíritu Santo. Por esta razón, las personas siempre hacían el ridículo ante Dios. Se puede afirmar que casi todas las personas que creen en Dios no conocen al Espíritu, sino que tienen una especie de creencia confusa. Esto revela que las personas no entienden a Dios, y que aunque afirmen creer en Él, en términos de esencia y en base a sus acciones, creen en sí mismos y no en Dios” (‘La senda… (5)’ en “La Palabra manifestada en carne”). El esclarecimiento de la palabra de Dios me permite entender que los creyentes que buscan la salvación confían en la obra del Espíritu Santo, ellos son todos aquellos a los que el Espíritu Santo guía. Los que confían en ellos mismos no lo lograrán. En el pasado, simplemente no confiaba en Dios, no lo contemplaba ni buscaba la guía de Dios. Relegué a Dios, y a ciegas hice lo que quise en mi propia fuerza sin resultados. También me quejé de que creer en Dios y practicar la verdad era demasiado difícil. Ahora sé que era porque no “creía” en Dios. La palabra de Dios dice: “¿Qué es capaz de hacer el hombre? ¿No es mejor que lo haga Yo mismo? ¿Por qué digo que desciendo personalmente sobre el lugar en que se libra la batalla? Lo que quiero es vuestra fe, no tus hechos” (‘La décima declaración’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Siempre y cuando le ofrezcas tu corazón a Dios y obedezcas Su guía, todo llegará a buen término. ¿Por qué piensas que es tan difícil?” (‘Aquellos cuyo carácter ha cambiado son aquellos que han entrado a la realidad de las palabras de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Recordando a los israelitas que dejaron Egipto, ¿no era Dios el que los estaba guiando personalmente? Los israelitas no hicieron nada; sólo tuvieron que seguir la columna de nube y fuego. A lo largo del camino, todas las dificultades con las que se toparon Jehová Dios mismo las eliminó personalmente. ¿No es el camino de la salvación de hoy igual que el de los israelitas que huían de Egipto? Dios sólo nos exige que tengamos fe en Él, que contemplemos a Dios, le demos nuestro propio corazón y sigamos Su guía. De esta manera, las personas pueden recibir la obra del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo comienza a obrar dentro de alguien, le es muy fácil practicar cualquier aspecto de la verdad. Porque es Dios mismo quien lucharía con Satanás, es la palabra de Dios la que cambia nuestro carácter satánico interno. Esto no se puede lograr por medio de nuestro trabajo. Después de entender esto, mi confianza en Dios creció exponencialmente. Aunque ahora todavía sólo tengo una entrada muy superficial a varios aspectos de la verdad, creo que mientras continúe elevando a Dios y dependiendo de Él, ¡Dios me guiará a toda la verdad y finalmente alcanzaré la salvación!
Gracias a Dios por esclarecerme y por Tu guía, permitiéndome entender verdaderamente que la mayor sabiduría es elevar a Dios y contemplarlo en cada una de mis experiencias. Sólo por medio de elevar a Dios y contemplarlo el hombre puede experimentar la obra del Espíritu Santo. Un hombre puede fácilmente practicar la verdad y buscar la salvación sólo con la obra del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, Dios me ayudó a reconocer mi desviación fatal en mi camino de creer en Dios: confesando mi creencia en Dios con mi boca, pero faltándome Dios en mi experiencia. En el pasado, confié en mí misma para caminar el camino de la salvación, confié en mí misma para hacer lo que quería lograr. Diez años de experimentos probaron que estaba en la senda al fracaso. De ahora en adelante, estoy dispuesta a abandonar mi manera anterior de creer en Dios y la manera de experimentar a Dios. Practicaré la verdad de acuerdo con la nueva manera de experimentar a Dios, por medio de la guía de Dios caminaré la senda restante. Dependeré de Dios para practicar Su palabra, entender la verdad y creo que Dios seguramente me guiará en la realidad de la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario