Zhang Rui Ciudad de Hangzhou, provincia de Zhejiang
Yo era una persona deshonesta. En la palabra de Dios podemos ver que Dios no salvará a las personas deshonestas; sólo las personas honestas recibirán Su alabanza.
Algo que siempre hemos discutido en las comuniones previas, son las sendas que caminaron Pedro y Pablo. Se dice que Pedro puso atención a conocerse a sí mismo y a Dios y que fue alguien a quien Dios aprobó, mientras que Pablo sólo puso atención a su obra, reputación y estatus, y fue alguien a quien Dios despreciaba.
Xiaochen La ciudad de Zhengzhou, provincia de Henan
La arrogancia es mi defecto fatal. Solía revelar con frecuencia mi carácter arrogante, siempre pensaba que era mejor que las otras personas. Especialmente cuando corregía artículos o comunicaba acerca de la obra con un compañero, siempre era dogmático y no escuchaba otras opiniones con modestia.
Baixue La ciudad de Shenyang, provincia de Liaoning
Debido a una exigencia de la obra, fui transferida a otra área de trabajo. En ese momento, estaba muy agradecida a Dios. Sentía que me hacía falta tanto, pero a través de la promoción de Dios, se me dio la oportunidad de cumplir mi deber en un área de trabajo tan maravillosa. Hice a Dios un voto en mi corazón: Haría todo lo posible para retribuirle a Dios.
Acababa de ser promovida para asumir la responsabilidad de líder de la iglesia. Pero después de un periodo de arduo trabajo, no sólo la obra evangélica de la iglesia era bastante mediocre, sino que todos mis hermanos y hermanas en el equipo evangélico, también estaban viviendo en negatividad y debilidad.
Hace algún tiempo, tuvimos que mapear distritos dentro de nuestra área, y basados en nuestros principios para la selección de líderes, había un hermano que era un candidato relativamente adecuado.
Mi rango en la vida, o estatus, era algo que nunca podía soltar, y cuando Dios creó un ambiente que me expuso, sólo fui negativo, quejándome y desesperándome.
En 1999, me convertí en un líder debido a los requerimientos de la obra de la iglesia. Aunque en lo profundo sentía que no era digno del trabajo cuando comencé por primera vez, después de un rato, debido a mi naturaleza arrogante y que se cree justa y buena, mi cautela se transformó en exaltarme a mí mismo y en testificar de mí mismo.
Cada vez que veía o escuchaba de alguien que había sido reemplazado y que se sentía deprimido, débil o malhumorado y que ya no quería continuar, entonces lo menospreciaba.