Mis principios de vida me dejaron maltrecha

Changkai    Ciudad de Benxi, provincia de Liaoning
La frase común: “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto” es una con la que personalmente estoy demasiado familiarizada. Mi esposo y yo éramos personas particularmente ingenuas: cuando se trataba de asuntos que involucraban nuestro propio beneficio o pérdida personal, no éramos del tipo que regatea y se queja con los demás.


Donde podíamos ser tolerantes, éramos tolerantes; donde podíamos ser complacientes, también hacíamos lo mejor posible para ser complacientes. Como resultado, muchas veces nos encontrábamos siendo engañados y abusados por otros. Realmente parecía que en la vida, “todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto”; si tienes demasiada bondad en tu corazón, si eres demasiado complaciente y modesto en tus asuntos, eres muy susceptible de ser engañado. Con estos pensamientos en mente, resolví no ser objeto de todo este abuso y ya no vivir más en frustración. En futuros asuntos y en tratos con los demás, prometo no ser demasiado complaciente. Incluso después de que acepté la obra de Dios Todopoderoso, todavía aplicaba este principio al conducir mi comportamiento e interacciones con los demás.
En un momento dado, estaba trabajando con una hermana cumpliendo con nuestros deberes. Esta hermana con frecuencia señalaba mis ineptitudes e insuficiencias; tenía el sentimiento que me estaba sujetando a la fuerza en todos los sentidos. Al principio pensé: No es fácil estar por tu cuenta lejos de casa, trata de usar algo de paciencia. Más tarde, sin embargo, después de que la hermana probó ser implacable en sus críticas, finalmente recordé esa frase “todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto”. Se me ocurrió que la hermana debió haber reconocido que yo era demasiado amable y por lo tanto un blanco fácil, y decidió hacerme difíciles las cosas siendo quisquillosa sobre asuntos insignificantes y triviales. Decidí que ya no iba a complacer y tolerar más su comportamiento, así que hice acopio de toda la energía de una mujer de mal genio reprimida dentro de mí y di rienda suelta a una diatriba furiosa, deteniéndome sólo cuando la hermana no se atrevió a pronunciar otra palabra. Después, la hermana me pidió que entablara comunión con ella y me confesó que se había dado cuenta de que la manera en la que ella hablaba y actuaba era muy inhumana y que esperaba que yo la pudiera perdonar. También dijo que Dios había orquestado esta situación y que me usó como una forma para tratar con ella. Cuando escuché esto, me sentí tan complacida que hubieras pensado que yo era un general de cuatro estrellas que salía victorioso del campo de batalla. Lo que es más, estaba aún más convencida de que había mucho mérito en la frase “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto”.
Sólo recientemente, mientras leía “Los 100 axiomas de Satanás sobre los cuales los humanos corruptos confían para la existencia” publicado por la iglesia, vi un pasaje que decía: “‘Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto’… Satanás ha corrompido a la humanidad por miles de años y hay innumerables falacias que Satanás usa para lavarles el cerebro a las personas. Aquí resumimos 100 falacias que la humanidad valora como máximas valiosas para guiarlos por la vida. Estas falacias ya se han arraigado en las profundidades más recónditas del corazón humano; si no están equipados con la verdad, los humanos son sumamente incapaces de descubrir la verdadera naturaleza de estas falacias. Si los humanos siguen manteniendo las falacias de Satanás como máximas y principios para vivir, la humanidad corrupta nunca alcanzará la salvación”. Después de leer este pasaje de la enseñanza, tuve una repentina comprensión, como si me despertara de un largo sueño: la frase, “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto” era una falacia creada por Satanás para adoctrinar y corromper a la humanidad. Dios pide que en nuestras interacciones con los demás debemos ser tolerantes, pacientes, condescendientes e indulgentes. Debemos ser considerados, respetuosos y amorosos con los demás. En contraste, el principio de vida de Satanás: “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto”, sutilmente nos aleja del bien y nos guía al mal, nos enseña a no ser tan amables o conciliadores en nuestro trato con los demás. Para protegernos, debemos tomar “ojo por ojo y diente por diente”, debemos aprender a ser duros, bárbaros y malos. Me di cuenta de que “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto” representa una falacia, que está diametralmente opuesta a la verdad; es la lógica de Satanás, pertenece a la negatividad de Satanás, un veneno del gran dragón rojo. Satanás obra a través de estas “teorías” engañosas para lavarles el cerebro a los humanos para que tramen unos contra otros, maten a sangre fría, participen en una competencia obstinada e interminable, no se sometan a nadie hasta que ya no quede humanidad en ellos. De esta manera los humanos se corrompen como Satanás mismo, objetos de sacrificio para ser enterrados con él y Satanás logra su meta de corromper y consumir a toda la humanidad. No podía ver a través de la ilusión y tomé “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto” como una verdad para ser aceptada y respetada. Pensé que no podía ser tan amable o complaciente y que ser paciente o tolerante al tratar con los demás era el camino de los estúpidos e ignorantes y que sólo me dejaría vulnerable al engaño y al abuso. Como siempre había tomado esta falacia como una máxima por la que se debía vivir, cuando la hermana señaló mis ineptitudes con el fin de ayudarme a reconocerlas y cambiar para bien, no sólo no acepté sus comentarios, de hecho pensé que me estaba acosando y que estaba siendo quisquillosa con los detalles triviales. Como resultado, desaté a la bestia dentro de mí, actuando como un demonio. Incluso cuando la hermana se humilló y me ofreció una disculpa, todavía no gané percepción interna de mí misma ni me sentí avergonzada, sino que me senté ahí más contenta que nunca, pensando que la hermana finalmente había “aceptado la derrota” porque me había apegado a mi máxima “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto”. Al haber “ganado esta victoria”, me sentí incluso más movida a defender y alabar este axioma de Satanás. ¡Qué absurda, qué ridícula fui! Había entendido las cosas completamente al revés, confundiendo mal por bien; ¡Simplemente no se podía razonar conmigo! La obra final de Dios es remover el veneno de Satanás de los hombres y usar la verdad para cambiar su carácter corrupto. En mi propio caso, sin embargo, yo no había buscado la verdad ni había luchado por reconocer el veneno de Satanás que existía dentro de mí ni tampoco practiqué la verdad para cambiarme. En cambio, me aferré a las falacias de Satanás y rechacé la verdad. Si hubiera seguido así, nunca habría empezado a entenderme. Nunca habría obtenido la verdad ni logrado un cambio en mi carácter. Al final, Dios me tendría que aniquilar, como es el destino de Satanás.
Gracias a Dios por Tu esclarecimiento e iluminación, que me permitieron darme cuenta de que el axioma de Satanás “Todos colocan cargas sobre el caballo dispuesto” no es nada sino una falacia que Satanás usa para lavarle el cerebro a la humanidad y corromperla. La humanidad corrupta usa esta frase como una excusa y una herramienta para seguir luchando uno contra el otro. La frase está en contradicción con la verdad y sólo puede corromper y arruinar a la humanidad. Si el hombre consigue su sustento del veneno de Satanás, si actúa de acuerdo con los axiomas de Satanás, sólo se volverá más corrupto y malo. Cada vez será menos humano y cada vez estará más en oposición a Dios, retirado de Dios. Nunca recibirá la salvación de Dios. Dios Todopoderoso, prometo poner todo mi esfuerzo en Tus palabras y en mi búsqueda de la verdad para que pueda llegar a reconocer las muchas variedades del veneno de Satanás dentro de mí, abandonar por completo las falacias de Satanás y no actuar más de acuerdo con los axiomas de Satanás. Prometo buscar Tu voluntad en todos los asuntos y seguir Tu palabra para que Tu palabra se arraigue en lo profundo de mi corazón y volverse los axiomas por los cuales yo haga las cosas, los estándares contra los cuales me mida a mí misma. Déjame vivir en total acuerdo con Tu palabra.

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